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Channel: poesía – Luis Pescetti
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A tiempo

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Esta noche no dejan de oírse sirenas y disparos,

se supone que es navidad o casi.

Se siente la rabia en el ambiente,

mejor no abrir la boca, no se encuentra

perdón y venganza en la misma oración.

No es buen momento para buscar una voz,

mejor no levantamos el teléfono hoy,

tantos reproches traigo, tanta ira.

Me tropezaría a la menor oportunidad,

tantos reproches traigo, tanta ira.

Mejor me mantengo aparte, aún si creo

que deberían buscarme, venir por mí.

Mejor me mantengo aparte.

Mejor no levantamos el teléfono hoy,

tan poco seguros estamos de a quiénes obedecerían

o si saltarían como perros: la palabras.

Luis


Cambian ríos y montes (Matsuo Basho)

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Juncos de Tofu y monumento de Tsubobasho

Siguiendo el trazado del mapa que nos había hecho aquel pintor, llegamos al sendero de Oku. A un lado del sendero, cerca de la montaña, se hallan los juncos de Tofu. Nos contaron que los lugareños, todos los años, todavía tejen una estera y se la ofrecen como homenaje al Gobernador (*).

La estela (**) de Tsubo está en el castillo de Taka, en el valle de Ichikawa. Mide un poco más de seis shaku de largo y cerca de tres de ancho. A través del musgo que la cubre se distingue apenas una inscripción. Primero indica las distancias que hay desde este sitio hasta todas las fronteras y después dice: “Este castillo fue edificado en el primer año de Jinki (724) por el Inspector y Capitán General Azumaito Ohno y fue reconstruido en el sexto año de Tempyo-Hohji (762) por el Consejero de la Corte, Visitador y Capitán General Asakari Emi. Primer día de la decimosegunda luna”. Pertenece a la época del Emperador Shomu.”

Al visitar muchos lugares cantados en viejos poemas, casi siempre uno se encuentra con que las colinas se han achatado, los ríos han cambiado su curso, los caminos se desvían por otros parajes, las piedras están medio enterradas y se ven pimpollos en lugar de los árboles aquellos antiguos y venerables. El tiempo pasa y pasan las generaciones y nada, ni sus huellas, dura y es cierto.

Pero aquí los ojos contemplan con certeza los recuerdos de mil años y llega hasta nosotros el pensamiento de los hombres de entonces (y con mi propios ojos puedo penetrar en el corazón de los hombres de antaño). Premios de las peregrinaciones (méritos del viaje)… El placer de vivir me hizo olvidar el cansancio de tan larga caminata y casi me hizo llorar.

Matsuo Basho (1644-1694), Senda de Oku


(*) En una laguna que está en Tofu crecen unos juncos especiales. Los habitantes de este lugar tenían por costumbre tejer una estera que obsequiaban todos los años al señor de la región.

(**) Monumento conmemorativo que se erige sobre el suelo en forma de lápida, pedestal o cipo (RAE).

Canción a dos voces (padre e hijo)

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– Barco se

escribe con be larga.

– Tiempo se

escribe con reloj.

 

– Árbol se

escribe sin la hache.

– Ventanal se

escribe con jardín.

– Pozo se

escribe con la zeta.

– Hijo se

escribe con jugar.

 

– Mirra se

escribe con dos erres.

– Beso se

escribe con placer.

 

 

– Lejos se

escribe con jota.

– Puente se

escribe con canal.

 

– Música se

escribe con acento.

– Y sorpresa se

escribe con misterio.

Misterio con origen,

origen con lugar,

lugar con geografía,

geografía con escuela,

escuela con maestros,

infancia con comienzo

con risa y milagro…

 

– ¡Momento, por favor!

¿Me dejás descansar?

Luego podemos

volver a comenzar.

 

– Que se escribe con zeta.

(c) Luis Pescetti

Currículum en tres colores

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Currículum en rojo

Luis Pescetti usa lapicera roja para subrayar los libros que lee
(y no lee ninguno sin subrayar algo).
Sabe que hubo un aviador que se llamó “Barón Rojo”.
Conoce las rosas, y tiene flores de salvia de color rojo.
Su propia sangre es roja
y escribió un libro con una variación sobre Caperucita Roja.

Currículum en azul

Luis Pescetti tiene ojos de color azul claro, y una remera azul oscuro.
El cielo que se observa desde el patio de su casa es de ese color, intenso.
Le gusta escribir con lapiceras azules y, de hecho, tiene una pluma fuente: azul.
Ha soñado consigo mismo volando,
algunas veces durante su niñez.
De grande toma aviones varias veces al año.
Estos aviones se sumergen en un azul profundo
que los rodea y baña, aunque desde la ventanilla no se note.

Currículum en verde

Luis Pescetti no es verde, no usa lapiceras verdes,
ni tiene nada en su cuerpo de ese color.
Ante las innumerables cartas que ha recibido sobre este tema,
así como las inexactas afirmaciones que se vertieron en la prensa,
sus abogados advierten a la comunidad que iniciarán las acciones legales pertinentes.
Toda la verdad sobre este tema la detalló él mismo en su libro autobiográfico:
“Siento descanso al regar las plantas”.

Próximas entregas:
Currículum en madera, Currículum en animales, currículum en amigos, currículum en acciones cotidianas, y el infaltable: “Currículum de siéntate enfrente mío y escribe mi currículum”.

Los aventureros

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La ciudad está llena de cazadores,
de montañistas, de domadores de caballos salvajes,
de equilibristas sin red
y nadie los ve, disfrazados como están.
Buzos, pilotos que cruzan el océano,
navegantes solitarios que dan la vuelta al mundo.

Está llena de azules escaladores del Himalaya,
de documentalistas que visitan monjes solitarios,
de viajeros que ya borraron el recuerdo de su primer país,
de los que se hunden en grutas, de los que abren la selva
y avanzan paso a paso,
de los que suben a globos, o se encierran en burbujas y no salen por meses.
Nadie los ve, disfrazados como están,
de soderos, de técnicos en calefacción, de médicos, oficinistas,
bibliotecarios, dentistas, directores de cine,
choferes de camiones que reparten refrescos, de autobuses.
Tomados de la mano de unos niños, disfrazados de padres,
cruzan una calle, salen de los cines.
Si los buscás con los ojos,
el secreto los hace esquivar tu mirada.
Es lo escondido que quiere seguir libre, escondido
dentro de sus propios dueños.

2014, Luis Pescetti

Cualquier chico sabe

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Cualquier chico sabe que la alegría en la cara de sus padres
esconde misterios,
piensan: el mundo tiene tesoros que los ponen así.
Si las hadas nacen de la risa de los niños,
sepan que la olla de oro dónde vive el arco iris,
          y las siete maravillas aún no descubiertas,
          los lagos subterráneos,
          y los túneles que conectan a otros mundos,
nacen de la risa de los padres.

Cuando bailamos en casa
quizás con música de la radio
o jugamos, millonarios, con el tiempo
en la cocina,
cuidamos unas plantas,
despejamos la mesa y sacamos las cartas,
damos un paseo en el auto o a pie sin más paisaje
que la burbuja de ese momento,
o nos reímos sin trucos,
a la vista,
nace un mapa del tesoro
en el corazón de nuestros chicos.

Volarán en sueños o lo que haga falta,
no dejarán ni un segundo de explorar el mundo
para encontrar la fuente
de nuestros queridos rostros iluminados.

© 2014, Luis Pescetti

Dulce hogar

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paul_gauguin_alyscamps

Hogar, mi dulce hogar,
mi consabido, mi repetido,
mi bienvenido perfume de cocina,
mi maternal, mi añorado,
mi alejado, mi imposible
suelo natal.
Mi colina, mi río
tus manos, mamá.
Mis ladrillos, sus voces.
Las bolsas de trigo, y vapores,
mi dulce hogar.
El añorado desorden, el orden pendiente,
siempre pendiente.
Un día ordenaremos esto,
un día vamos a ordenar, y así: para siempre.
Hasta que un día heredamos que
un día
vamos a ordenar.
Mi dulce hogar, mi esquivo, mi repetido,
mi pendiente, mi postergado,
te lleno de besos, mi por lo pronto,
mi provisorio,
mi baldío extravagante,
mi porción salvaje, mi alimento
constante.

2011, Luis

El Astro Güey

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Cuando decimos la vida es así, somos
como japoneses sacándonos una foto, porque el universo
no estaba cocinándose para nosotros.
¿Sabías, sin ir más lejos,
sabías que los continentes se siguen moviendo? Que el universo se expande, que hay que ponerse protector solar, lavarse los dientes,
hacerse análisis. ¿Sabías, eh?
Porque todo,
todo completa y absolutamente todo
no para de seguir, oiga pues.

De momento pongamos que el universo se expande y
que, mientras tanto, en los miles de millones de años que durará
el Sol antes de decir hasta aquí llegué y explotar (una flor de macana porque se va a cargar al planeta en su suicidio, y a Júpiter, que no hizo nada, el astro güey, explotando, majestuoso,
monstruoso; pero insignificante, porque
el resto de la Galaxia: ni pelota,
el resto del cúmulo de galaxias: ni noticia;
el resto del Universo: ni enterado, siga la fiesta)
pongamos, decía, que el universo, corrijo: Universo se expande y,
metro más, metro menos: explota…
pero en el medio, y en el de mientras: te conocí, bailamos, nos dimos besos, tuvimos un hijo… pelito pa’la vieja, ¿oyes?, ya la hicimos, yo ya libré, me vale, chiva chiva, quién nos quita
lo gozado.

© Luis Pescetti

foto: Mateo Oviedo


Pero más

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Casi todo lo que veo
lo quiero tocar,
pero más: el mar.
Pero más tu cara
que te quiero, quiero
y quiero.

Casi todo lo que veo
lo quiero tocar,
pero más: el cielo.
Pero más tus labios,
que te quiero, quiero
y quiero.

Casi todo lo que veo
lo quiero tocar,
pero más: la lluvia.
pero más tu mano,
que te quiero, quiero
y quiero.

Casi todo lo que veo
lo quiero tocar,
pero más: tus ojos
y más: tu cabello,
y más cada palabra
que dice tu aliento.

© Luis Pescetti

foto: Mateo Oviedo

A sus anchas espaldas les dejo

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Queridos hijos
a sus anchas espaldas les dejo
bastante alegría (ahí se las arreglan),
un azul, maravilloso,
en el que, a veces, me verán seguirlos como un plato volador
por amor de verlos cerca.
También me verán ir a otros asuntos,
y no empiecen: ¿Papá, dónde vas? ¿Dónde vas?
(¿Dónde aprendieron a ser un plato volador que sigue a su papá?)
Voy a ayudarlos en todo, todo lo que pueda,
menos muchas cosas que,
ni el más amante de los padres, podría hacer.
No voy a poder llenar todas las butacas de un teatro…
si hacen teatro,
no voy a poder sostener su bisturí
si son cirujanos,
… ni cebarles mate durante la operación,
no voy a poder agotar todos sus discos,
ni hacer infinitos downloads de sus tracs
si son músicos,
no voy a poder ser el mesero
si salen a cenar con su chica,
no guiaré sus brazos
si dan un abrazo enamorado
… y una larga lista de cosas que son de un solo asiento.
Yo, su papá, me voy a arrellanar en mi butaca,
a disfrutar mi película y, que de escuchar mi risa y mis reacciones,
de tanto en tanto, si bien nos va, quieran saber:
¿Qué estás mirando, papá?
y estemos juntos,
y conversemos.

Alivio del éxito

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del libro “Unidos contra Drácula”, Luis Pescetti; Alfaguara

Quisiera ser lento
la persona más lenta del mundo.
Que los demás caminen y yo gatee,
balbucear cuando otros conversan.
Que aprendan a escribir y yo
redondeles, garabatos.
Que me ensucie con chocolate
y deban avisarme,
lento en darme cuenta,
en avivarme.

Ser el último que entiende
el último que llega
el último en recibir un premio
en terminar el plato,
en acostarme.

Que los demás cumplan años
yo semanas.
Que no me miren
que nadie espere nada
ni se detengan alentando una esperanza.

Que no me afecten las propagandas
su anzuelo para todos y pescado para pocos.
McDonald, Sony o Calvin Klein
no gasten un centavo en convencerme.

Los años lentos como siglos
lejos de las modas, siempre out,
un alivio.

Algún trabajo habrá para un lento
alguna mujer
nos tomaremos tiempo
lo iremos viendo.
Seremos felices, de a poco,
tendremos hijos pero no de golpe.
Diremos:
lo más importante es que sean sanos.
El otro responderá más tarde:
sí.

“Letras Peregrinas”, show completo: click acá

Carta abierta del Sindicato de Obreros Portuarios a la poetisa Emily Dickinson

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Señora Dickinson, porque sabemos ser corteses, en ocasión de que la hija del compañero García le comentara unos versos suyos que oyó en la escuela:

Multiplicar los muelles
no disminuye el mar.

El compañero los trajo a la asamblea. Por un lado estamos con elecciones en el sindicato y, por otro, en plena negociación con la patronal, ¿me entiende?
– ¿A qué se mete ésta? alzó la voz más de uno.
En este país, señora Dickinson, hay treinta mil obreros portuarios, treinta mil familias… no es que los puertos dan lo mismo, ¿me entiende?
– ¡Si la Dickinson quiere decir que el misterio es irreductible que lo diga así y listo!
– ¡Si la pena no se alivia con palabras ni poemas… que lo diga así! ¡¿Para qué nos empioja a nosotros?!
Apoyaron otros compañeros.
– Si ella estuviera en un algo de poesía y le caemos a decir: “Bla bla bla bla bla…” , mientras leen, no les gustaría.
Ahí hubo que calmar a los compañeros, no sé si me explico. Algunos ya se estaban parando, nos llevó un rato.
– Además el mar seguirá igual de grande, pero de los puertos salen embarcaciones para navegarlo (aplausos)… gracias a los puertos hay dónde lanzarse a la mar (más aplausos)… y tener un lugar de regreso,(más y más aplausos)… gracias a los puertos el mar… el mar sigue igual de grande… pero es un mar amigo.
Ahí los compañeros se pusieron de pie con los ojos envueltos en lágrimas… porque todos tenemos algún compañero que murió en una tempestad, ¿me entiende? Ahí uno siente que ni los barcos, ni los puertos, ni nada ayuda nada.
Pero, entonces, un compañero preguntó si eso no venía a ser lo que usted dice de las palabras y la vida o del misterio. Se produjo como un murmullo. Se leyó de nuevo, y se hizo un silencio que ni le digo.
Y mire que los compañeros son gente acostumbrada al trabajo rudo, no sé si me explico. Y ahí los tenía, Emily, con la cabeza baja, las manos cruzadas al frente. En ese mar de silencio, perdón si me meto en lo suyo, todos nos incorporamos, y un compañero, con un puño en la garganta, que en nuestro medio podría ser otra cosa, pero me refiero a que con la voz emocionada pronunció:
– No… aumentar los puertos no disminuye el mar.
Como diciendo que uno busca una seguridad que es imposible, y uno se engaña, Emily, nos la jugamos igual todos los días.
– ¡Viva la compañera Dickinson!
Gritó otro, y la asamblea le dedicó un aplauso de brazos alzados. Y es por lo que se le extiende la presente, Emily, como testimonio a su sensibilidad hacia la lucha cotidiana y la vida de un trabajo como el nuestro, que nunca se reconoce. Y por resolución F233/12 se la incorpora en las firmas documentales.
Con respeto la saluda

Faustino Gasso
Prosecretario Adjunto del Sindicato Nacional de Obreros Portuarios
Multiplicar los muelles
no disminuye el mar.

Plan para lo que más me importa

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He perdido al tenis al fútbol,
en natación y al vóleibol,
y ella me miraba.

Salí último en torneos de ajedrez, billar, karate,
esquí acuático montañismo y pelota vasca.
No logré calificar para competir en bowling, críquet, sumo, pin pon,
bésibol, escalada y patinaje sobre hielo sobre ruedas o lo que fuera.
Tropecé al querer entrar al cuadrilátero de boxeo,
perdí la tabla de surf…
y ella me miraba.

Casi me saco un ojo en esgrima,
no me elegía ningún capitán para jugar fútbol,
en remo no logré llevar el ritmo,
en equitación iba en contra del trote del caballo,
en una regata jamás pude armar la vela,
se me desataba el cinturón blanco en judo…
y ella me miraba.

Voy a inventar un deporte secreto,
entrenaré y entrenaré sin decirle a nadie.
Luego la invitaré a primera fila
y no haré más que ganar, ganar, ganar y ganar
frente a sus ojos,
lo único, lo que más me importa.

© Luis Pescetti

foto: Mateo Oviedo

nota de Luis: No conozco al niño de esta hermosa foto de Mateo Oviedo, tampoco fue la que inspiró el poema, la encontré después. Pero en ella veo esa etapa en la que sentís toda la potencia del mundo… aunque todavía no coincide con los resultados. Inocencia y determinación.

Muchacho habla al programa de tevé

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del libro “Unidos contra Drácula”, Luis Pescetti; Alfaguara

Si sólo nos enfocás con tu cámara en nuestro peor momento y hacés un primer plano, vas a tener todo mi peor momento llenando la pantallota de tu estúpido programa de televisión. Y sólo por manejar una cámara cara y tener un headset que cuelga de tu cabeza puedas creerte mejor. El lado de la lente no cambia las cosas. No decide. Sólo es el lado de la lente. Y por lograr que mi peor momento llenara tu audiencia de muda autosatisfacción, ellos no estaban haciéndolo, lo hacía yo y ahí estabas con tu cámara tiburón, tu cámara halcón, mejor: tu cámara carroñera buscando porquería y te ofrecí mi peor momento. Y por lograr que mi momento estúpido te ayude con el rating y ocupe toda tu pantalla HD full vision, y por lograr eso vas a creer que soy así, que, si ocupó toda tu pantalla mi momento estúpido también ocupa toda mi vida.
Pero no es así.
Fue mi peor momento y duró eso y tengo un resto,
y un antes y un después
que jamás le servirían a tu rating. Son días normales, tiernos o de miedo, o aburridos, o de cuidar a mi hermanita,
o de estar en el cole, o de ayudar en el mercado o de pasar soledad.
De sentir que el agua helada en la cabeza me despeja. Es un placer sentir ese frío casi doloroso, que quiere decir que mi momento tonto quedó atrás y estoy librado.
La diferencia entre vos y yo, además de que te creas mejor porque vendés tu programa a los anunciantes, la gran diferencia es que mi peor momento es eso, un momento; pero vos los buscás cada semana,
y tu programa está hecho de eso porque es eso.
Es más: sólo es eso.
Y debe quedar mucho menos libre de vos, que lo que queda libre de mí.
Tu programa ocupa un lugar más grande en tu vida que mi cara en tu pantalla.
Lo pensás, lo cuidás, lo hacés, lo mirás cuando sale al aire, hablás de él.
El lado de la lente no cambia las cosas.
Tu programa debe ocupar unas doce o catorce horas de cada día de tu vida.
Ni el peor de mis peores momentos duró tanto, ni me convierte en eso.
Sos vos quien elige estar de ese lado de la lente.
Te pudras mientras te creas mejor
y cada vez gastes más en perfumes y preguntes:
¿de dónde viene ese olor?
¿de dónde viene ese peligro?
¿de dónde viene esa violencia?
Del otro lado de la cámara.
Enfocá bien
del otro lado.

© 2012, Luis Pescetti

Unidos contra Drácula

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del libro “Unidos contra Drácula”, Luis Pescetti; Alfaguara

Contado por Miguel,
en casa

A los diez años le tenía miedo a Drácula, y a un montón de cosas más,
pero mucho a Drácula.
De noche, en la oscuridad y el silencio del cuarto, no pegaba un ojo si no pasaba a mi hermanito de cinco años a mi cama.
Así dormía plácidamente.
Él jamás hubiera podido defenderme de Drácula,
y yo lo sabía; pero
era el miedo a que venga el miedo
y, contra el miedo
que desata el miedo que el miedo me da,
lo mejor es no estar solo.
Entonces y siempre,
entonces y siempre.
Entonces
y siempre.

© Luis Pescetti
foto: Mateo Oviedo


Final de libro

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del libro “Unidos contra Drácula”, Luis Pescetti; Alfaguara

Manos-Lectoras-Gabriele-Münter

 

despedida tipo 1

El autor no se hace responsable
por las lecturas que sigan
después de ésta.

El editor se desliga
de cualquier obligación
por lo que pongan en sus manos
al dejar estas líneas.

El imprentero no quiere saber nada
de que vengan con reclamos
por andar eligiendo otros libros.

Arréglenselas solos
si son tan cancheritos
como para seguir con otras lecturas.

Aquí termina el libro
¡No avancen!
¡No sigan más!
¡Quién sabe qué peligros
haya más allá!

 

despedida tipo 2

Que tengas buen viaje
que encuentres abrigo,
ya toca abrir la puerta
que derrama caminos.

Yo veré otros ojos
y vos otro paisaje,
seré en tu memoria
un ligero equipaje.

Que tengas canciones,
comida, alegría,
y muchas aventuras,
que agranden tu vida.

La suerte nos haga
cosquilla en la nariz,
y el viento nos bendiga.
Sé feliz, feliz, feliz.

 

© 2013 Luis Pescetti

Igual que en las escaleras mecánicas

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Cuando Dios creó al universo
él era mucho más grande
que todo lo creado.
Aunque había tantos mundos
y cada uno estaba lleno de seres y paisaje,
su universo no era ni un grano de arena,
ni la punta de esta uña.

Pero no todo ocurrió por su voluntad.
Creó cosas frías y calientes y,
sin proponérselo, generó vientos,
corrientes oceánicas.
Los peces viajaban, los barcos,
las personas se cubrían los ojos por la arena
y también viajaban.

Creó lo que tenía luz y lo que no la tenía,
pero sonrió sorprendido cuando vio
que la luz iba hacia la oscuridad
como un río va a llenar un pozo.
Y que algunos buscaban la luz
para ver lo que hacían
y otros la oscuridad para ver sus sueños,
desobedientes en su obediencia.

Nos puso un corazón para llevar
algo así como el vino o el fuego que tenemos,
y el aire,
que nos recorren hasta salir
tan impulsados como entraron.
Los corazones mismos son inquietos
y su movimiento se llama amor.
A veces dura y a veces no dura.
Si ambos viajan permanecen juntos,
si uno provoca que el otro se detenga deben separarse
pues todo en el mundo se mueve.

Es uno de los viajes más extraños que nacieron
de la voluntad de las obras de la voluntad de Dios.

Todo cambia
igual que en las escaleras mecánicas,
o como cuando repetimos una palabra
cien veces y se nos deshace en la boca.

Dios es mucho más grande
no distingue esos detalles
ni da todas las respuestas.
A eso lo llamamos misterio.

Miguel se pregunta: ¿qué debo hacer
para que el corazón de Julia se quede?
Augusto se pregunta cómo acercar
el corazón de Frida,
que es la misma pregunta de Anabella por Adrián.
Laura siente cómo se aleja de Daniel,

Todo podría haber sido perfecto
y quieto
pero Dios no creó a cada corazón en su lugar
o tal vez creó más de un lugar
para cada cosa,
o todavía observará con asombro
a su juguete.

Los corazones son viajeros
y hasta quienes decidieron permanecer
caminan.
Igual que un niño
divertido
en una escalera mecánica.

 

Luis sábado, 5 de abril de 2008/ viernes 5 de octubre de 2012

Niño se pregunta sobre antes y nuevo

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Monet: The red kerchief
La Luna, la Luna…
la miro y no sé
si nos vimos antes
o es primera vez.

Tu cara, tu cara…
la estudio pensando,
porque te conozco
y no sé de cuándo.

No todo lo nuevo
es desconocido,
de pronto algo tiene
sabor repetido.

Bien no me acuerdo
pero estoy seguro
que ya hubo un antes
y estuvimos juntos.

© 2013, Luis Pescetti

Currículum en tres colores

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Currículum en rojo

Luis Pescetti usa lapicera roja para subrayar los libros que lee
(y no lee ninguno sin subrayar algo).
Sabe que hubo un aviador que se llamó “Barón Rojo”.
Conoce las rosas, y tiene flores de salvia de color rojo.
Su propia sangre es roja
y escribió un libro con una variación sobre Caperucita Roja.

Currículum en azul

Luis Pescetti tiene ojos de color azul claro, y una remera azul oscuro.
El cielo que se observa desde el patio de su casa es de ese color, intenso.
Le gusta escribir con lapiceras azules y, de hecho, tiene una pluma fuente: azul.
Ha soñado consigo mismo volando,
algunas veces durante su niñez.
De grande toma aviones varias veces al año.
Estos aviones se sumergen en un azul profundo
que los rodea y baña, aunque desde la ventanilla no se note.

Currículum en verde

Luis Pescetti no es verde, no usa lapiceras verdes,
ni tiene nada en su cuerpo de ese color.
Ante las innumerables cartas que ha recibido sobre este tema,
así como las inexactas afirmaciones que se vertieron en la prensa,
sus abogados advierten a la comunidad que iniciarán las acciones legales pertinentes.
Toda la verdad sobre este tema la detalló él mismo en su libro autobiográfico:
“Siento descanso al regar las plantas”.

Próximas entregas:
Currículum en madera, Currículum en animales, currículum en amigos, currículum en acciones cotidianas, y el infaltable: “Currículum de siéntate enfrente mío y escribe mi currículum”.

Cambian ríos y montes (Matsuo Basho)

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Juncos de Tofu y monumento de Tsubobasho

Siguiendo el trazado del mapa que nos había hecho aquel pintor, llegamos al sendero de Oku. A un lado del sendero, cerca de la montaña, se hallan los juncos de Tofu. Nos contaron que los lugareños, todos los años, todavía tejen una estera y se la ofrecen como homenaje al Gobernador (*).

La estela (**) de Tsubo está en el castillo de Taka, en el valle de Ichikawa. Mide un poco más de seis shaku de largo y cerca de tres de ancho. A través del musgo que la cubre se distingue apenas una inscripción. Primero indica las distancias que hay desde este sitio hasta todas las fronteras y después dice: “Este castillo fue edificado en el primer año de Jinki (724) por el Inspector y Capitán General Azumaito Ohno y fue reconstruido en el sexto año de Tempyo-Hohji (762) por el Consejero de la Corte, Visitador y Capitán General Asakari Emi. Primer día de la decimosegunda luna”. Pertenece a la época del Emperador Shomu.”

Al visitar muchos lugares cantados en viejos poemas, casi siempre uno se encuentra con que las colinas se han achatado, los ríos han cambiado su curso, los caminos se desvían por otros parajes, las piedras están medio enterradas y se ven pimpollos en lugar de los árboles aquellos antiguos y venerables. El tiempo pasa y pasan las generaciones y nada, ni sus huellas, dura y es cierto.

Pero aquí los ojos contemplan con certeza los recuerdos de mil años y llega hasta nosotros el pensamiento de los hombres de entonces (y con mi propios ojos puedo penetrar en el corazón de los hombres de antaño). Premios de las peregrinaciones (méritos del viaje)… El placer de vivir me hizo olvidar el cansancio de tan larga caminata y casi me hizo llorar.

Matsuo Basho (1644-1694), Senda de Oku


(*) En una laguna que está en Tofu crecen unos juncos especiales. Los habitantes de este lugar tenían por costumbre tejer una estera que obsequiaban todos los años al señor de la región.

(**) Monumento conmemorativo que se erige sobre el suelo en forma de lápida, pedestal o cipo (RAE).

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